A unos sesenta kilómetros cerca de Filadelfia y no lejos de un lugar llamado Pottstown, hay un gran montón de piedras, unas medio enterradas y otras a flor de tierra, que ofrecen la rara particularidad de ser musicales. Tienen la superficie rugosa algunas veces y otras, lisa; su color obscuro se asemeja al hierro y cuando se las golpea con cualquier objeto, sobre todo, si es un martillo, suenan lo mismo que campanas. El mismo efecto se nota andando sobre ellas, aunque no con tanta intensidad.

En Chile, también se pueden encontrar piedras musicales, algunas en sectores cordilleranos como unas que están en la región del Maule y que mi padre, Orloff Schopf, en su época de “Indiana Jones” fue a buscar junto con un amigo Don Walther Peters, con la intención de encontrar los pasajes cordilleranos que usaba el guerrillero Manuel Rodríguez, que para algunos tienen un misterioso monje que los custodia y que por medio de algunos rituales abre portales que permitirían al guerrillero pasar por la montaña entre Chile y Argentina en tiempo récord.

Existen otras piedras que también emiten sonidos y que están en la zona costera de Punta de Tralca, Región de Valparaíso. Estas piedras las descubrió mientras buscaba unas rocas que tenían talladas unas runas que él deseaba estudiar.

Quizás estas piedras no suenan como las de Filadelfia pero siempre llaman la atención y despiertan la curiosidad de los lugareños los que repiten generación tras generación toda una variedad de leyendas sobre demonios, seres fantásticos, portales, brujas y otros seres más, basta solo revisar un poco las historias de Oreste Plath, para también descubrir infinidad de historias con respecto a rocas con formas y características especiales que en sus historias legendarias nos permiten viajar a mundos fantásticos dignas de un guion estilo “el señor de los anillos”. ¿Y tú conoces piedras musicales?